Todas Somos Sota

El mundo ve la ciudad de Barcelona como una de las capitales más avanzadas y abiertas de toda Europa. Los y las barcelonesas decidieron, hace ya unos años, que no querían tortura en las plazas de toros, que no querían circos donde los animales se les tratara como payasos y, actualmente, está abierto el debate sobre si el Zoo de Barcelona debe seguir siendo una prisión para los animales.

Teniendo estas referencias, entre otras, llevamos dos navidades donde la ciudad se ha teñido de sangre y ha provocado consternación y repudio en los ciudadanos y en las ciudadanas.

En diciembre de 2017 el ayuntamiento de Barcelona decidió que las palomas de plaza Cataluña debían ser aniquiladas, ya que instalaron una feria alimentaria y podría peligrar la salud pública. Esta decisión, carente de rigor científica, supuso la muerte de 923 palomas, los cuales fueron capturadas, gaseadas y tratadas, indudablemente, de las peores de las maneras. La controversia ya estaba servida pues la ciudad cuenta, desde 2016, de un método ético de control de aves para frenar la sobre población con pienso anticonceptivo.

Un año después, y con la noticia de que este diciembre ’18 no se volverá a cometer el error de acabar con la vida de las palomas de la plaza Cataluña, la ciudad vuelve ha estremecerse…

Sota (de Minnesota) era una perrita abandonada que tuvo la suerte de encontrar un compañero de vida: Tauri Ruusalu. Él es un sin techo y se ganaba la vida haciendo pulseras. Ella lo acompañaba día tras día. «Dormir conmigo, se levantaba conmigo … Sota me ha demostración más amor que mi familia» explica Tauri a una entrevista de El País.

Todo sucedió en la Gran Vía de Barcelona cuando unos agentes de la Guardia Urbana pidieron los papeles a Tauri. Él, al ser extranjero y tener un nombre complicado de escribir y deletrear, le dijo que le escribiría en un papel. Sin ningún miramiento, uno de los agente golpeó a Tauri y Sota comenzó a ladrar, ella no entendía qué es lo que estaba pasando. Uno de los agentes sacó la porra para amenazar al chico y Sota aumentó sus ladridos. De repente, se oyó un disparo. Sota cayó tendida en el suelo. Tauri al ver su compañera muerta entró en cólera y los agentes lo redujeron.

Como os podéis imaginar la versión policial es contraria a ésta, el guardia sigue explicando que Sota le mordió una vez, que estaba a punto de hacerlo otra vez, y que por eso sacó la pistola.

Esta consternación no sólo ha sacudido Barcelona sino que toda España está de pie. Miles de personas se han manifestado estos últimos días por la muerte de la perrita y por la actuación bárbara de la policía ante Tauri. Nos alegra saber que, cada vez más, hay gente alzando la voz para los que no la tienen.

Desde Escuela Animal pedimos a la alcaldesa Ada Colau que investigue desde la neutralidad y la profesionalidad que requiere este tema. Queremos que este caso no quede aislado y que no se proteja la imagen de un agente de la autoridad que, bajo nuestro juicio, no parece muy sensibilizado ni concienciado sobre los animales.

La muerte de Sota debe ser un antes y un después en las políticas de protección de los animales, pues no hay protocolos de actuación donde se tengan en cuenta ni sus derechos ni sus convicciones.

Por otra parte, creemos que el abuso de poder de los guardias hacia una persona que no tiene casa, que no tiene un techo donde vivir ni protegerse ha sido desmedida y sin fundamento. Estos policías tratarían de la misma manera a un hombre bien vestido? Le habrían disparado a su perra si ésta hubiera empezado a ladrar?

Queremos que las futuras generaciones se cuestionen antes de emprender actos crueles. El mundo necesita personas que cuiden de las otras personas, del mundo, y que no aterroricen ni destruyan vidas.

Una vez más nos damos la razón y es que la educación y la formación debe ser la única arma que dispare a los ciudadanos y a las ciudadanas, no sólo de Sabadell, sino de todo el mundo.

Descansa en paz pequeña.

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